lunes, 26 de diciembre de 2016

La Maravillosa Historia del Pesebre

En un lejano y hermoso bosque crecían los arboles más altos, fuertes y frondosos de todo el oriente medio. Los más grandes y poderosos reyes querían que sus casas, muebles, carros, armas y puentes fuesen construidos con estos árboles cuidadosamente seleccionados sin importar el costo y el tiempo que estos durasen en llegar a manos de los mejores y más reconocidos artesanos y carpinteros.


Tal fama hacia que los arboles se sintieran sumamente orgullosos he importantes, sabiendo que su crecimiento y fuerza serian utilizados para grandes propósitos. Siempre hablaban entre sí; cada uno soñando en voz alta de lo que querían ser una vez fuese talado y convertidos en majestuosas obras del ingenio humano.

Unos deseaban ser convertidos en grandes navíos de guerra para surcar los mares y llegar a lugares desconocidos del mundo, otros pensaban en ser los más delicados y finos muebles donde la realeza posare sobre ellos en las fiestas y banquetes de las casas reales, por otra parte estaban los que se entusiasmaban con la idea de ser hechos carruajes de personas importantes y viajar con ellos; en fin, cada cual parecía tener muy claro lo que anhelaba llegar a ser en un futuro. Uno de estos árboles ya casi a punto de ser cortado tenía mucho tiempo deseando ser la cama de un rey; creía que siendo la cama de un rey le daría la oportunidad de proporcionarle descanso, y como nadie tener acceso a su recámara privada para compartir con él sus más íntimos sueños y anhelos.

Llegado el día indicado fue talado y llevado como todos los demás, pero los que pasaría a continuación serian situaciones totalmente inesperadas las cuales jamás y nunca pudo haber pronosticado. Nada más y nada menos llego a la ciudad en medio de una guerra que ya tenía en ruinas la mitad de las casas y el palacio. El transporte donde iba fue saqueado y cada árbol incluyéndole fue destinado para cosas totalmente diferentes a las que siempre habían soñado, utilizados indiscriminadamente a pesar de su alto valor los hombres en pleno combate empleaban para cosas de primera necesidad y nadie parecía percatarse del crimen que hacían con estos maravillosos arboles; algunos corrieron con la suerte de ser ocultados para después de la guerra recuperarlos, otros por su parte sirvieron para portones, escudos, botes, armas y otros tuvieron un final más nefasto al ser lanzados en la hoguera junto con ramas, puertas rotas y cercas desechas.

Nuestro árbol  no corrió con mucha mejor suerte, este fue seccionado en tantos pedazos que dejo de sentirse y verse como el suntuoso árbol que fue algún día con sus sueños de ser la cama de un rey. Pasaron muchos años, casi los mismos que duro aquella devastadora guerra y las cosas comenzaban a retomar una aparente normalidad. Ya muy deteriorado, agrietado y con muchos lunares de los innumerables incendios de los que milagrosamente había salió airoso. Un humilde pueblerino lo recogió de entre los escombros y sin alcanzar distinguir la calidad de su madera simplemente lo tomo y lo convirtió en un pesebre para dar a sus animales de comer. Siendo tan bueno y resistente pasaron generaciones siendo útil a este exiguo fin, terminando en una humilde residencia en una ciudad llamada "ciudad del pan" o mejor conocida como Belén. Como un irónico consuelo esta ciudad había sido de unos de los más famosos e importantes reyes de Israel de quien se escribieron hazañas y profecías espectaculares por lo que la misma ciudad también era reconocida como la ciudad de David.

En medio de este contexto nuestro árbol ya ni recordaba y mucho menos soñaba, simplemente dejaba que el día pasara entre la paja y la saliva de sus insaciables comensales del granero con los que compartía su desdichada vida. Sin embargo en ese humilde granero acontecería el evento más glorioso que el mundo entero haya conocido. Una noche llegaron con angustia y premura un hombre con su mujer, la cual estaba a punto de alumbrar; tratando de arreglar y acomodar lo poco que había para recibir a este niño quien tenía la mala suerte también de nacer aquí junto a estos olorosos animales, estas pocas herramientas y con nuestro árbol convertido en pesebre. Sin embargo una sensación de amor y ternura inmediatamente cambiaron la atmósfera del lugar y todos de alguna manera querían ser útiles y amables con ellos. Una vez nacida la criatura y escuchado el primer llanto, la madre con mucha delicadeza lo envolvió en pañales y lo cobijo en sus brazos dejando ver el agraciado rostro del niño a quien llamaron de inmediato Jesús. Su padre no tardo nada en escoger al pesebre para ser la camita del niño; lo sacudió y trapeo un montón de veces, puso paja nueva dentro y lo acolcho con frazadas de lana limpia; ya puesto en medio coloco al niño Jesús y le rodearon perdidos en el asombro de sus miradas y en el más absoluto silencio que le gritaba al mundo entero que algo sin igual y especial estaba pasando con este niño en particular.

Nuestro árbol estaba igualmente conmovido y como nunca antes en toda su vida ni una sola fibra de sus pensamientos estaba en el mismo, todo su ser estaba poseído por la gloria de aquel niño al igual que todas las personas de arriba en el mesón, e incluso los animales estaban tan mansos que apenas respiraban. No tardaron en llegar unos pastores quienes entraron extasiados relatando haber sido anunciados por ángeles que había nacido Cristo, El Salvador. En cada rincón del establo se podía sentir la misma presencia del creador. En ese momento y en ese establo gracias a Jesús me convertí en la cama del Rey más poderoso y glorioso del universo por siempre jamás.


                                                        __________________


La maravillosa historia del pesebre ha tenido muchas formas de contarse y representarse a lo largo de los siglos desde que Jesús nació. Sin embargo el relato original está escrito en la Biblia (San Lucas 2) dejando como testimonio fiel del plan de Dios por salvar la humanidad. Un mar de reflexiones nos deja cada detalle de esta bella historia y me gustaría compartirles al menos tres, con la certeza de dejara en ti una mayor comprensión y amor por Jesús. 

   1. ¿Por qué en un pesebre? José y María no habrían querido en ningún momento alumbrar en un establo y mucho menos colocar a su hijo en un pesebre. Sin embargo situaciones sobrevenidas conllevaron a estos padres a hacerlo así. Las escrituras dice que tuvieron que tomar el establo porque no había lugar para ellos en el mesón (Lc. 2:7) o en su sentido más literario en el alojamiento. Las casas hebreas de aquel entonces en su mayoría eran de tres niveles, en un primer nivel tenemos el establo, lugar donde dormían los animales, y esto no solo por el sentido más práctico como el que las bestias no subían las escaleras, sino también proporcionaban calor a la familia que hacia vida en la segunda planta, luego teníamos la terraza, en donde se solía pasar tiempo para compartir y también hacer oración (Hc. 10:9). Ahora bien, pasando lo obvio del relato, prosigamos a la irreflexión que nos deja el ver al hijo de Dios nacer en estas condiciones.

            A lo largo de las escrituras se deja ver esta intención de parte de Dios por manifestarse desde las cosas más simples, ordinarias y humildes para glorificarse de una manera poderosa. En primer lugar tenemos la creación del hombre; este fue hecho del polvo de la tierra, y viéndonos a nosotros mismos no es difícil contemplar la obra de las manos de nuestro creador, nuestro cuerpo y todo nuestro ser constituyen un diseño perfecto en sí mismo. También quiero mencionarte el ejemplo de Abraham, quien fuera un anciano débil y estéril pero escogido para ser la simiente del pueblo de Israel.  Moisés siendo un indefenso niño fue guardado por la mano del Señor en una simple canastilla en medio de un inmenso rió y ya hecho un hombre por su mano Dios hizo grane señales. David quien siendo un muchacho, enclenque y sin poder llevar sobre si una armadura de guerra, tomo tan solo una piedra de rió y con ella mato a un gigante. Tenemos a un Nehemías que paso de ser un copero a un restaurador de murallas; También contemos de Esther, siendo una doncella de orígenes humildes encaro una de las amenazas de exterminio más feroces en contra su pueblo. Y como estos, son mucho más los relatos de hombres y mujeres quienes sorprendieron a los más sabios y fuertes de su tiempo. De la misma manera El Salvador del mundo vino envuelto en pañales y se entrono en ordinario pesebre. Esto nos hace pensar en nosotros mismos, y preguntarnos: ¿de dónde vengo?, ¿quien soy?, ¿que tengo?, si las respuestas a estas preguntas de pronto nos hacen sentir desalentados o insatisfechos quiero decirte que no te fijes en ello, porque igualmente Dios puede hacer de alguien ordinario como tú, algo extraordinario por medio de Él y a favor de este mundo, tal y como lo hizo con esos doce hombres a quienes escogió siendo simples y humildes pero en quienes deposito la gran comisión de extender su reino de amor y salvación.


    2. Aviso a los pastores. A la vista de muchos este evento paso desapercibido incluso por los familiares y amigos quienes dormían plácidamente en el mesón y quienes además fueron muy desconsiderados con una mujer a punto de dar a luz y un bebe recién nacido quien merecía las mayores comodidades y atención; para otros, aun siendo sabios y entendidos en las escrituras todo esto también les paso por alto. Sin embargo fue a unos pastores, haciendo sus vigilias (Lc. 2:8) les fue anunciado por ángeles este gran acontecimiento. Estos pastores estaban haciendo lo que sabían hacer, guardar sus rebaños, un trabajo a la vez muy ordinario y común así como duro. Esto nos habla de estar atentos, ocupados y sensibles. Son las mismas características con las que tenemos que vivir nuestra vida devocional; Dios siempre está haciendo cosas maravillosas y las quiere revelar a sus hijos, a los que están atentos en sus cosas, que son responsables en sus oblaciones y compromisos y que además son sensibles a la voz del Espíritu Santo para entender su voluntad y propósito.

   3. Todo salió según lo planeado. En los planes de Dios cada cosa en el nacimiento de Jesús pasó como tenía que pasar. Comenzando por María y José quienes planearon como cualquier padre y madre tenerle todo listo al niño en su casa, la partera lista, la camita lista, y su ropita esperando por él, al mismo tiempo la familia estaría pendiente del alumbramiento para ayudar a María, por otra parte los hombres alentarían a José por su primer hijo, luego el festejo, los presentes y como en cualquier otra familia la vida continuaría su curso normal. Pero nada de esto fue así en el caso de Jesús. En primer lugar, una decisión gubernamental les obligo a salir de sus residencia (Lc. 2:1) sin considerar de manera alguna que esta mujer estaba en las ultimas semanas de gestación; la familia tomo la delantera en el camino hacia la ciudad del empadronamiento y otros incluso tuvieron que partir a otras regiones más lejanas; la casa, el cuarto, la camita y la mayoría de la ropita quedaron atrás por la premisa del edicto y ni hablar del largo camino el mulá; sin duda debió ser incomodo y agotador para María. Por otra parte tener que llegar a una ciudad que no es dónde vives, esto implica en si mismo otra complicación para todos y por si fuera poco haber llegado sin contar con ninguna reservación o casa donde te estén esperando para atenderte y cuidarte. Todo esto sin contar con el gasto económico que suscitó este asunto, debían llevar suficiente dinero o si apenas lo suficiente para comer esos días del viaje, la estadía y su regreso.  Pero en medio de todas estos inconvenientes Dios estaba obrando; al niño le estaría esperando un pesebre en la ciudad de David para que se cumpliese la profecía (Miq 5:2-5) y aunque las condiciones no pudieron ser mas austeras para el nacimiento Dios traería de muy lejos a gente extranjera para darle al bebe los más finos y valiosos presentes cumpliéndose así otra profecía (Salmo 70:10,11). Y aunque la familia no estuvo presente como debía ser, no quedaron solos y sin cobijo porque los pastores fueron enviados para gozarse y alegrarse con ellos admirando al Salvador.

De igual manera, si las cosas no te han salido según lo planeado, como tu aspirabas y estas en medio de grandes dificultades, no pierdas la fe; si no has cometido ninguna falta, si aun eres una persona fiel  y el deseo de tu corazón es honrar a Dios, no desmayes porque de seguro Dios está ejecutando un plan perfecto para ti, solo que aun no puedes comprenderlo, pero más temprano que tarde podrás ver su propósito y voluntad en tu vida y en tu familia. También Dios te proveerá de una manera tan sobrenatural como lo hizo en ese pesebre, trayendo de muy lejos el oro, el incienso y la mirra para cubrir toda falta y necesidad. Dios tiene una gran porción para ti, sigue creyendo y haz en tu corazón un hermoso pesebre para el Señor.


   Abraham "Alegría" Meneses.
   abraham.meneses@gmail.com
   https://www.facebook.com/abrahamalegriameneses1